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Tendiendo puentes entre Europa: De Falla, Liszt, Fischer, Dvořák

Sobre el espectáculo

Únase a Iván Fischer y a la Joven Orquesta de la Unión Europea en una velada de diversas piezas musicales que conectan Europa. Con obras de de Falla, Liszt, Fischer y Dvořák.

Los puentes de Europa conectarán este año todo el continente: una rapsodia húngara sigue a una danza española y un homenaje a Bach precede a melodías checas. La obra de Liszt, inspirada en el cimbalom, volverá a estar acompañada por este instrumento característico de la música romaní urbana, interpretado por Jenő Lisztes, que ha cautivado al público en el Carnegie Hall, el Musikverein y los Proms de la BBC con la BFO. En la suite de danza de Iván Fischer, los puentes se extenderán hasta Brasil, América y Argentina. El violín Stradivarius suena "impresionante" (The Strad) en manos de la violinista ucraniana Diana Tishchenko, y resuena con una "voz distintiva e individual" (The Gramophone). El concierto, interpretado conjuntamente con la Joven Orquesta de la UE, es el acto inaugural de la Academia Europea de Orquestas, una nueva iniciativa de ambos conjuntos.

Al no encontrar placer en el género de la zarzuela, un singspiel español de carácter folclórico, de Falla se dedicó a componer óperas. Su pieza titulada La vida es breve, de menos de una hora de duración, rebosa elementos de la cultura popular española y romaní. Aunque se considera una obra temprana, su fácil familiaridad con la música andaluza se hace patente. También es evidente su entusiasmo por los motivos moriscos y trascendentales. El movimiento más famoso de la historia de Salud, un personaje desconsolado, es la danza española, en la que el ingenioso arreglo de la orquesta evoca la presencia de un guitarrista flamenco.

A mediados del siglo XIX, empezó a surgir en todo el mundo la demanda de música nacional. Tras recopilar minuciosamente melodías que creía que eran música folclórica húngara (en su mayoría, canciones de inspiración húngara de músicos romaníes), Franz Liszt compuso un conjunto de 19 rapsodias húngaras: su serie más popular hasta la fecha.

Revisó seis composiciones escritas originalmente para piano solo para ser interpretadas por una orquesta. En la interpretación orquestada de la rapsodia en honor a Joseph Joachim, el violín asume un papel significativo, mientras que la flauta solista introduce la melodía más reconocible de la pieza. Dramatismo, lirismo y danza se turnan, como corresponde al género.

Una colección de danzas estilizadas: esa era la breve descripción de la suite. En otras palabras, números de baile que ya nadie baila porque han pasado de moda. Pero cuando las suites se estrenaron en la época de Bach, es posible que los ancianos aún recordaran las danzas y sintieran nostalgia. Así pensó Iván Fischer cuando compuso su propia suite de danzas, cuyas melodías pueden sonar igualmente familiares al público contemporáneo. Un preludio barroco, una bossa nova similar a la samba, un ragtime sincopado, un tango deslizante y un boogie‐woogie basado en el swing constituyen la parodia moderna de esta forma bachiana.

Muchos dicen que la Sinfonía nº 7 es la mejor pieza musical de Dvořák. Después de escuchar la Sinfonía nº 3 de Brahms, el compositor decidió volver al género tras un paréntesis de cinco años. "No hay una sola nota superflua en la obra", escribió a su editor. La pieza muestra simultáneamente las encendidas pasiones políticas checas y el amor pacífico y armonioso del compositor por su patria. El inesperado comienzo tranquilo y lírico del primer movimiento se le ocurrió al compositor en una estación de tren de Praga: el movimiento lento representa el duelo de Dvořák por su madre, recientemente fallecida, y por su hija mayor, que murió muy joven. Tras el scherzo, vivaz pero melancólico, la pieza concluye con un exótico final.

Concierto conjunto de la BFO y la Joven Orquesta de la Unión Europea, una producción conjunta de Müpa Budapest y la BFO.

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