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Mahler, Brucker: Ian Bostridge en el Teatro Comunale di Bologna

Sobre el espectáculo

Des Knaben Wundernhorn, un ciclo de poemas y canciones populares publicado en tres volúmenes entre 1805 y 1808 por Clemens Brentano y Achim von Arnim, abarca diversos temas como el amor, la guerra y los viajes, lo que lo convierte en una parte esencial de la identidad nacional literaria de Alemania. Era un libro que podía encontrarse en todos los hogares de habla alemana. Gustav Mahler, el célebre compositor, conoció esta obra en casa del capitán Karl von Weber, nieto del famoso compositor Carl Maria. Mahler quedó cautivado de inmediato por El cuerno mágico del niño y puso música a unas dos docenas de canciones entre 1888 y 1901. Algunas de estas canciones llegaron a formar parte de su Tercera y Cuarta Sinfonías. Pero, ¿qué tenía esta colección que atrajo irresistiblemente al compositor moravo? La respuesta está en los tres componentes fundamentales del temperamento mahleriano que coexisten en la Maravillosa trompa: el sentido del drama, el sentido de lo popular y el sentido de lo religioso.

Eduard Hanslick, firme defensor de Johannes Brahms, expresó su asombro y admiración tras asistir a una interpretación de la Séptima Sinfonía en Mi mayor de Bruckner. Escribió: "Nunca le había ocurrido a ningún compositor que le llamaran la atención cuatro o cinco veces después de cada movimiento. Bruckner es el nuevo ídolo de los wagnerianos". Estas palabras se pronunciaron en medio de un clima envenenado, con los prowagnerianos atacando a Brahms y los filobrahmsianos arremetiendo contra Bruckner. Incluso dentro de su monumentalidad arquitectónica habitual, el compositor se entrega a una sensualidad inesperada en esta sinfonía. Luchino Visconti, al elegir la "Séptima" como inolvidable banda sonora de su película "Senso", protagonizada por Alida Valli, captó precisamente este lado doliente y febril, casi un temblor subcutáneo. Sin embargo, esta intensa energía se funde a la perfección en uno de los adagios más largos, conmovedores y deslumbrantes del siglo XIX sinfónico. Escuchar la Séptima Sinfonía como obra independiente lleva al oyente a un viaje sin retorno a un mundo operístico, un itinerario del espíritu custodiado por una música que se alza alta, sólida y misteriosa como una antigua catedral.

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